25 de noviembre de 2013

Certeza

La última vez, yo ya lo supe. En ese último abrazo que tenía que durar y acompañar, yo me di cuenta de todo esto que ya nos unía. Supe del amor, de todo lo grande, y de la fuerza de un abrazo. En esa última mirada, antes de darme la vuelta, encontré todo el brillo de sus ojos y sus años condensados. Me guardé  su voz, me guardé su olor, y me robé una sonrisa. Una de esas que contagian, que endulzan el café y suenan fuerte en los oídos. En ese momento supe que su mano ya era mía y el centro de mi pecho tenía su nombre. Supe que todo era incontrolable, como las mareas y las lunas. Y era tanto que ya no entraba en este par de manos. Ni en ese.

Y así me fui, con sus ojos en mi retina, con su voz en mi sien y su olor pegado al cuello. Me fui envuelta en brillos y promesas de extrañarnos. Me fui con el pecho claro y los latidos apurados. No me acuerdo bien a dónde me fui, pero sé que en esa despedida, nuestras manos ya estaban completamente entrelazadas y su pecho tenía mi forma.

11 de noviembre de 2013

El fruto del árbol

El sol empieza a asomarse y la ciudad se ilumina. Sube la temperatura, y yo me acerco a su cuerpo. La abrazo con fuerza, la traigo hacia mí. Se eleva el viento que hace temblar las ramas. Nos tiemblan los brazos. Creció el árbol más alto, se mece con fuerza. Se mece su pelo, se despeina, la despeino. Las raíces están agarradas a la tierra con todas sus uñas. Aprietan con fuerza. Se enredan, se entierran, se envuelven, se confunden, se mezclan, se hunden. Crece la fruta, del rojo más brillante. Crece, crece, crece. Aprieta los dientes y salta al vacío. Suelta la rama y cae. Rueda por el aire. Rodamos por la cama. Vuela entre las hojas. Volamos entre sábanas. Gira. El viento. Gira. La humedad. Gira. Un grito. Gira. El calor. Cae con una explosión. Estalla contra el suelo y nos salpica con su pulpa. Nos envuelve con su olor, nos impregna su dulzor. Ya todos coloreados, el viento vuelve despacito a su lugar.

Las ramas se aquietan, los músculos se duermen, las raíces se aflojan.

Las flores se cierran ante la noche.