22 de septiembre de 2014

Más amor por favor

Voy a llenar la ciudad de amor. Gritar desde cada esquina tu nombre. Contarle a cada peatón del amor que siento, del calor, de la piel, del corazón latiéndome en la mano. Voy a correr de tu mano, llenar la calle de colores, cantar, silbar, besar. Voy a pintar en cada puerta un corazón. Entregar amor. Hablar de amor. Repartir amor. Dejarlo en cada parada de colectivo. Hacerlo viajar. Impregnar amor, regar amor, soltar amor. Soplarlo a cada ventana, que haga bailar las cortinas y se choque con los espejos de las casas. Que se chorree por todos los vidrios y haga mucho ruido. Voy a hacer que envuelva toda la ciudad. Que encienda el sol, impulse los vientos y llueva en septiembre. Para que nos llueva amor, nos moje, nos inunde y nos revolquemos en él. Y en las camas y en los autos y en las duchas. Nos llenemos de amor, nos contagiemos de amor, explotemos de amor. 

15 de septiembre de 2014

No quiero acostumbrarme

No quiero acostumbrarme nunca a tu presencia. No quiero que no haya más sorpresas, ni más carcajadas, ni más historias por contarnos. No quiero quedarme sin lunares que descubrir y sin constelaciones que dibujar en tu espalda. No quiero saber lo que vas a desayunar cada mañana, ni conocer el beso de cada noche. No quiero conocer todas las letras de todas las palabras de todas las frases para hablar de amor.

No quiero acostumbrarme nunca a tu cuerpo. No quiero la comodidad de saberte de memoria, de predecir cada respuesta y conocer cómo vas a poner tu mano en mi cintura. No quiero acostumbrarme a tu boca, a tu forma, a tu calor. No quiero nunca dejar de conocerte y descubrirte. No quiero acostumbrarme a tu olor. No quiero que se funda con el mío, que deje de ser el tuyo, que no me haga delirar.

No quiero acostumbrarme nunca a tu roce. No quiero saberme todos tus gestos, ni saber qué pie sigue para dar el paso. No quiero dejar de sonreír al encontrar tu cuerpo en mi cama a media noche, ni al sentir el beso adormecido que me busca en la almohada. No quiero dejar de temblar con tu abrazo, ni de vibrar entre tus manos. No quiero acostumbrarme a la felicidad de tenerte cerca, ni a la fuerza, ni a la paz que me da tu pecho.

No quiero acostumbrarme nunca al amor. A este amor. A tanto amor.