Anímese, amigo. Deje de negárselo, y de buscar excusas para
el miedo. Sacuda esos brazos cruzados, que es más lindo usarlos para abrazar.
Afloje los puños, busque aquellos ojos y persiga su olor. No le lleve el apunte
a lo que le digan y enamórese.
Enamórese que vale la pena, yo se lo aseguro. Ni el miedo,
ni el destino tienen un papel aquí. Es usted y su corazón. Anímese al fuego,
amigo. Puede quemar, pero no hay mayor placer que una noche de verano bajo las
estrellas y el amor.
Enamórese de esa muchacha, de su pelo, de sus rodillas, y
del lunar bajo sus labios. Deje todo y vaya detrás de su perfume y el hueco de
su clavícula. Elija las palabras exactas, póngase nervioso, que le transpiren
las manos, que se le aflojen las piernas.
Enamórese, que la noche y una cintura tienen mucho que
enseñar. Escuche con tanta atención, hasta sentir la anécdota en la piel. Mire
detenidamente, hasta que se le prendan fuego las pupilas. No se pierda ni un
detalle, amigo. Memorice cada curva, cada hueco, y cada gesto. Aduéñese de sus
hombros y de sus sonrisas. De todas las que pueda.
Enamórese, que no hay nada que perder. El corazón está hecho
para enamorarse y romperse más de una vez. Que a veces cuesta (y a veces mucho),
no se lo voy a negar. Que se sufre, se llora, y se patea paredes, sí, también
sucede. Pero el amor bien lo vale. El corazón se cura, sana, revive, y pide
amar de nuevo. Amigo, no se niegue el más sabroso gusto.
Enamórese, que el tiempo es poco y las horas no son
suficientes para todos los abrazos. Pida una noche más, entregue todos los
besos y no se guarde ni una palabra de amor. Amigo, enamórese. De su piel, de
su voz, de su ombligo. De cómo pronuncia
la palabra ‘algodón’, y de cómo atiende el teléfono. Enamórese de la cicatriz
en su frente, y del color de sus ojos cuando le da el sol. Grite por las calles
el amor. Dibuje el amor. Escriba el amor. Pinte, sueñe, esculpa, sienta, llore,
impulse el amor. Haga el amor. En todos lados. A cualquier hora.
Amigo, enamórese hasta los huesos. Deje todo entrar,
revolverle el alma y pintarlo de color. Enamórese hasta el fondo, hasta el
llanto y sin escudos. Afloje los brazos, tire las murallas y déjese atravesar
el pecho. Déjese inundar, déjese llevar. Enamórese completo, enamórese de todo,
del todo, de ella, y de usted. Amigo, sienta el temblor de las piernas, la
fuerza que lo impulsa, la luz que emana una habitación en plena oscuridad. Despliegue
las alas, sacúdase el polvo, y anímese a volar con los ojos cerrados. Sobre su cama,
sobre la ciudad, y sobre el mar.
Enamórese que para eso estamos. Cántele con su terrible voz,
cuéntele de los besos al oído. Desnúdese, porque en el amor no hay ropa que
valga. Despiértese a media noche diciendo su nombre. Piense en ella, hasta
dibujar su rostro en la pared de la habitación. Piense en ella, hasta escribir
su nombre en la lista del súper. Hasta sentirla completa. Hasta sentirse el
hombre más feliz de la tierra. Hasta vivir la perfección. Porque sí, existe.