29 de mayo de 2014

Esquemas

Él se levanta todas las mañanas a la misma hora, hace sonar todos los huesos de los dedos, se ducha, se pone la camisa, se ata los cordones y desayuna siempre café con tostadas. Él deja las llaves en el mismo estante, sabe a cuántas cuadras exactas está su oficina, cuántos semáforos debe atravesar y cuánto demora cada uno en ponerse en verde. Sabe la cantidad de lapiceras que tiene en su lapicero, nunca le falta azúcar a la azucarera y enciende las luces siempre en el mismo orden. Empieza a subir las escaleras siempre con el mismo pie, cruza las calles por las esquinas y la billetera va en el bolsillo izquierdo. Los libros están ordenados alfabéticamente, los platos coinciden con los dibujos del mantel, las cajas tienen etiquetas blancas que indican su contenido, y él siempre se da cuenta cuando alguien le cambia algo de lugar.

Pero hay una sola cosa que todavía no ha podido ordenar ni catalogar: su corazón. En él suceden  batallas, caen bombas, erupcionan volcanes, y nada nunca lo satisface. Cuando todo está en movimiento él quiere paz, y cuando hay calma, él quiere acción. No conoce los compartimentos de su corazón, ni sus reacciones, ni el dolor.

Hasta que llega ella, una señorita que viene a desordenarle todos los estantes, a cambiarle de lugar las tazas y derramar café sobre el mantel. Ella deja  las pantuflas en el pasillo, aprieta el pomo del dentífrico desde el medio, se olvida el horno prendido y deja quemar las tostadas. Pero viene a ordenarle el corazón cachuzo y agitado. Viene soplando vientos, a calmar los miedos y embellecer la casa.

15 de mayo de 2014

Ver llorar

Una vez la vi llorar. Con la primera lágrima desarmó mi pecho. Me desintegré en un montón de pedacitos delante suyo. Me arrastré por el suelo con la poca fuerza que me quedaba y le ofrecí mi mano. Traté de hacerme grande, de envolverla en un abrazo, pero sentí que nada era suficiente para abrazar aquella pena. Quise guardarla en el huequito que forman mis manos, quise abrigarla, cuidarla, sanarla. Pero el alma ya estaba desparramada.

9 de mayo de 2014

Uno. Dos.

Una que llega para abrir el camino, o empezar el que ya se había abierto. Uno que llega a recorrer ese camino. Una que tantea el terreno, que pisa insegura, que deja huellas en el suelo. Uno de ojos más seguros y dedos más afilados. Mismos miedos. Mismos huesos. Misma piel. Más fuerza. Más talento. Más velocidad. Una que es uno. Uno que es una. Dos manos. Un abrazo. Una línea. El mismo color. Un hilo. Un espacio. Dos cuerpos. Uno. ¿Dos?