20 de febrero de 2013

La otra geografía

Es aquel lunar de su boca la puerta por la que se inician todos los caminos. Sigue siempre su mirada, que es la clave, el mundo entero, y todos los brillos. Me mira, me dice, me busca, me sabe.

Es su pecho el baúl donde guardamos los amuletos. Para que todo nos dure, y para que nada se nos olvide. Ni el miedo, ni el beso, ni la canción.

Es su ombligo todos los acordes que todavía no aprendí a escuchar, y detrás de su oreja todos los colores que no sé nombrar. Azul amanecido, naranja veraniego, rojo corazón.

Es su voz el túnel de luz. La que nunca es demasiada, la que hace temblar.

Son sus manos toda la belleza, el pájaro sin jaula que sigue el camino de colores, los panaderos que dan vueltas en el aire. El que siempre atrapo para que lo guarde entre sus manos.

Es su sonrisa el trampolín desde el que doy siempre el salto. A su vida y a este amor, que de tan esperado y tan suave, ya es inmenso. Es allí donde todo empieza, donde su sonrisa me inunda el corazón, su mirada me derrite los mares, y su abrazo me cura las noches.

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