Que venga junto con el cansancio de todo un día de trabajo y
de las horas extras. Que venga como el placer de hacer lo que a uno le gusta y
recibir las palabras que agradecen; el abrazo que lo confirma.
Que venga de golpe y sin escalas, pesado, con envión, y
directo a donde duele, donde llega y hace llorar. Que venga porque ya es hora
de contarle hasta donde tengo tatuado su nombre, y todas las regiones que ya me
ha conquistado. Será necesario para decir que la piel sangra y también se llena
de cicatrices de todos los colores. Que somos dos pajaritos frágiles que en
algún vuelo íbamos a encontrarnos. Que las alas son para fortalecerlas y volar
cada vez más alto.
Que venga para contarle a Julio que yo también sueño
conejos, que conozco una señorita en París, y que esta semana lo he andado
extrañando bastante. Que cada tanto me quedo a espiarlo en el viento que queda atrapado
entre dos páginas. Para que abracemos juntos a Alejandra, que le va a venir
bien. Que me dicte unos versitos para que se conviertan en canción. Que ya me
merezco una canción con sol.
Que venga para dictar de esto que es mío y de adentro, como
aquella foto que no quiero explicar. Que los escombros me lloran. Que ya es
hora. Que quiero una ventana grande por donde entre todo el amanecer, todos los
amaneceres y todo el color naranja.
Que vuelva el refugio, porque ya le di mucho tiempo libre y
el verano se me terminó.
Que vuelva el montoncito de letras, porque lo extraño, porque es el puente, el mar y el tobogán.
Que vuelva el impulso, porque ya es hora de volver.
Que vuelva el montoncito de letras, porque lo extraño, porque es el puente, el mar y el tobogán.
Que vuelva el impulso, porque ya es hora de volver.
Porque tiene que volver.