23 de abril de 2014

Los días del amor

Estos son los días del amor. Nos tienen prendidas, de ojos bien abiertos y atentos al detalle de la pluma que gira con el viento. Nos tienen atadas de pies y manos, una con la otra, como una cadena que no nos suelta, pero con la fragilidad de un par de alas y un soplido.

Estos son los días del valor y la valentía. Aquí es donde lloramos todas las lágrimas, las mezclamos con sonrisas y nos llenamos de promesas. No se puede dormir de tanto amor por dar. Y después de darlo todo, de estrujarnos hasta la última caricia que no queremos dejar ir, caemos en un sueño profundo de besos y luces, de casas y costas. Se duerme porque hay un abrazo que envuelve a todo el universo. Que nos calma.

Son los días y las noches del amor. De los mares y los incendios en una misma alma, al mismo tiempo y sin pedir perdón. Desgarrarnos las pieles de tanto amor no necesita un perdón. Rompernos las bocas, las manos y el abrazo. Para bien, siempre para bien.

No sé cada cuánto vienen, ni sé cuánto duran, pero sé que me estrujan y sacuden el corazón y después me lo dejan secándose al sol. Que el sol me lo trae de nuevo, más grande y más fuerte, con las promesas intactas y las ganas de amar multiplicadas. Son los días de renovarnos, de volver a elegirnos, de no soltarnos las manos.

Estos son los días del amor, del todo, de la vida y del calor. De volver a nacer. En el huequito que hacemos entre nuestras manos. En las sábanas que siempre quedan destendidas. En el café con leche de cada mañana.

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